La violencia de género contra las mujeres en las relaciones afectivas suele llevarse a cabo de forma gradual y sistemática, de diversas formas que se repiten a lo largo del tiempo, con una intensidad y gravedad crecientes. Las que a continuación se describen son las principales formas que puede asumir la violencia, descritas también a través de las palabras de otras mujeres que la han vivido¹.

Violencia psicológica

“Cuando hay noticias de feminicidios me susurra que terminaré igual y que las mujeres merecen que las maten”; “Debes vestirte siempre como yo quiero, que te ves mejor”; “Tu risa es insoportable”; “Si quieres estar conmigo no tienes que hablar con nadie más”; “Sin mí, quién sabe qué habría sido de ti”; “Rompe objetos violentamente, amenazando con hacerme lo mismo”.

La violencia psicológica indica aquellos comportamientos que dañan tu identidad y tu autoestima, tu posibilidad de bienestar, sobre todo si son persistentes: bromas y burlas destinadas a humillar, amenazas y en particular amenazas con ejercer violencia, control de la relación y aislamiento, insultos y degradaciones.

Violencia física

“Me empujó, me tiró objetos”, “Siempre me lastima, me jala del cabello, me abofetea, me patea y me da puñetazos; “Intentó estrangularme”; “Intentó asfixiarme con una almohada”.

La violencia física indica todas las agresiones que implican el uso de la fuerza, como, por ejemplo: empujar, jalar del pelo, abofetear, agarrar con fuerza, dar puñetazos, patear, golpear con objetos, estrangular, quemar, herir con armas. Pero la violencia física también significa, de forma más general, todos aquellos comportamientos capaces de causar daños físicos, como forzar o inducir a tomar alcohol o drogas, o manipular la medicación o el tratamiento que debes tomar.

Violencia sexual

"Me obligó a tener relaciones sexuales de una forma que yo no quería, humillándome", "Si me negaba a tener relaciones, sabía que se enojaría", "Cuando intenté decir que no, me acuso de estar con otra persona", "Me dice que soy su esposa y que es mi deber hacer lo que él quiere cuando estamos en la cama"

La violencia sexual indica cualquier acto sexual impuesto, que se produzca en contra de tu voluntad, independientemente de que hayas dicho explícitamente que no o de que no lo hayas hecho por miedo a lo que pudiera ocurrir. También se considera violencia sexual la coacción hacia formas de intimidad no deseadas, comportamientos sexuales humillantes y/o dolorosos, la obligación de participar en la visión y/o la creación de material pornográfico.

Violencia económica

"No tengo acceso a la cuenta corriente"; "Controla cada gasto que hago"; "No conozco nuestra situación financiera"; "Me pidió que firmara contratos como garante de un préstamo a su nombre"; "Me veo obligada a correr con todos los gastos familiares, en los que él no participa".

La violencia económica se refiere a aquellos comportamientos que tienden a generar dependencia económica o a imponer obligaciones económicas no deseadas: el control de tu salario si trabajas o el control de los ingresos familiares, impidiéndote tomar cualquier decisión al respecto; forzarte a dejar tu empleo o a no encontrar uno; la coacción para firmar documentos o emprender iniciativas económicas, a veces fraudulentas, en contra de tu voluntad.

Stalking y actos persecutorios

"Me sigue, me controla, duda constantemente de mi fidelidad, me llama continuamente para saber qué hago, dónde estoy y con quién estoy"; "Siempre sabe dónde estoy, controla mis contactos y mis interacciones en las redes sociales".

El control y la persecución pueden llevarse a cabo a través de diferentes instrumentos:  llamadas telefónicas o mensajes constantes, a los que si no respondes ya sabes que se enojará, o a través del control de tus movimientos y desplazamientos. El control puede llevarse a cabo de forma directa (por ejemplo, ves que te sigue o se presenta en el lugar donde espera encontrarse contigo), a través de otras personas (por ejemplo, familiares, vecinos, conocidos) o mediante dispositivos digitales (como aplicaciones de localización o sistemas de video vigilancia).

Violencia facilitada por el uso de herramientas digitales

"Cada vez que salgo de casa quiere que hablemos por video llamada, diciendo que nunca quiere dejarme sola"; "escribe mensajes a todas las personas que interactúan con mis historias en las redes sociales, amenazándolas para que se alejen de mí"; "escribió correos electrónicos a mi jefe para desacreditarme”; “Tengo la duda de que haya instalado un sistema gps en mi auto, porque siempre sabe los lugares en donde he estado"; "me amenazó con publicar en las redes sociales fotos que nos tomamos en un momento íntimo"; "empecé a recibir llamadas de otros hombres pidiéndome tener sexo: descubrí que había enviado algunas fotos y mi número de teléfono a grupos de whatsapp".

Los instrumentos digitales y las plataformas sociales pueden ser utilizadas para amplificar y hacer aún más penetrantes las diversas formas de violencia, como el control, la amenaza, el aislamiento y la denigración.

Otras formas de violencia y discriminación contra las mujeres

Las mujeres que viven violencia de género en las relaciones afectivas también pueden haber sufrido otras formas de violencia y discriminación antes, durante o después de su relación, por parte de las mismas u otras personas. Acosos y violencias sexuales, matrimonios forzados, persecuciones o discriminaciones por motivos culturales, religiosos, por la propia nacionalidad, color de la piel, identidad y orientación de género, por el propio aspecto físico o condición de discapacidad, son sólo algunos ejemplos.
Estas experiencias pueden dificultar el reconocimiento o el emprendimiento de una vía de salida, por ejemplo, por miedo a lo que pueda pasar en la confrontación con el exterior: "para mi familia sería una deshonra si lo dejara", " él tiene más poder que yo, nadie me creería", "dependo de él para todo lo que hago, no sabría qué hacer o quién podría ayudarme".
Otras formas de violencia y discriminación que podrías haber vivido pueden ser utilizadas por el hombre violento para culparte y amenazarte: "me recuerda constantemente que fue él quien me salvó de la situación en la que me encontraba, quien me trajo hasta donde estoy ahora, no puedo abandonarlo"; "decidí yo casarme con él yendo en contra de la voluntad de mi familia, no puedo echarme para atrás"; "amenaza con denunciarme a las autoridades o con revelar a mi familia detalles de mi pasado que los alejarían de mí"...

¹ Se aclara que las descripciones mencionadas dan muestra de las experiencias de las mujeres que las relatan y las dimensiones sociales de la violencia y que dichas descripciones no necesariamente coinciden con los delitos codificados por la ley.

Generalmente, la sucesión de diferentes formas de violencia (psicológica, económica, física y sexual) tienen un patrón cíclico en un creciente de intensidad, frecuencia y gravedad. 

Sea cual sea la forma que adopte la violencia, el objetivo sigue siendo siempre el mismo: la dominación y el control sobre la mujer, considerada como una propiedad, un mero objeto exento de cualquier posibilidad de decisión.

La espiral de la violencia doméstica

El mecanismo que mejor define las fases de un cuadro de violencia doméstica se denomina "espiral de la violencia”. 

Las fases de la espiral de violencia pueden presentarse de forma creciente y luego “mezclarse”: esta oscilación, que se perpetúa en el tiempo, puede confundirte, llevándote a subestimar el riesgo, porque puede que aún no se haya producido una agresión física, o puede hacerte evaluar la situación como “bajo control”, dada la alternancia de fases de aumento de la tensión a otras de falsa reconciliación y de “aparente calma”.

Pero veamos con más detalles, cuáles son las fases que componen la espiral de violencia.

Intimidación:

"Él me quiere mucho, me dice que soy su oxígeno, que soy suya, me hace sentir importante, se preocupa por mí, tiene celos de todo y de todos"; "me dice que si no hago lo que él dice es porque no le amo lo suficiente, me amenaza con dejarme".

Son todos aquellos comportamientos puestos en práctica para hacerte vivir en un estado de miedo continuo, bajo la amenaza de ser dejada. La intimidación se traduce en control y coacción, amenazas más o menos explícitas, daños a objetos y control de tipo económico (por ejemplo, exigir que deposites tu sueldo en su cuenta bancaria o impedirte disponer libremente de tus recursos económicos).

Aislamiento:

"No quiere que me encuentre con mis amigas, se enoja si quiero salir, me impide hacer lo que me gusta"; "me convenció de dejar mi trabajo para dedicarme a la familia"; "me dice que mi familia lo ofende y que si quiero estar con ellos es porque no lo amo"; "se enoja si llamo a mis amigos o a mis familiares y si quiero salir con ellos".

Con el pretexto de los celos, con acusaciones directas a las personas cercanas o mediante amenazas, vienes progresivamente alejada de tus puntos de referencia (familia, amigos, compañeros de trabajo), limitada en tu independencia. De este modo, tu pareja se convierte en el centro de tu vida.

Desvalorización:

“Me insulta, me dice que soy estúpida y que no sirvo para nada"; "Me avergüenza, me humilla, me ofende incluso delante de otras personas"; "Me dice que no soy capaz de hacer de madre"

Son todos aquellos comportamientos que tienden a generar sentimientos de insuficiencia, pérdida de autoestima, pérdida de la propia seguridad. Insultos diarios, críticas destructivas y que pueden llevarte a asumir el punto de vista de tu pareja como "verdadero", pues ya no tienes la posibilidad de confrontarte con opiniones alternativas debido al intento de aislamiento ya instaurado.

Segregación:

"Se enoja si cruzo miradas con alguien en la calle, no quiere que salga sola"; "Me limita la autonomía de desplazamiento"; "Cuando sale, se lleva las llaves de casa, si saliera no sabría cómo volver a entrar"; "No puedo ir sola al médico o al pediatra, siempre tengo que estar acompañada por él o por alguien que él decida"; "No puedo llevar sola a mis hijos a la escuela, ni hablar con los profesores".

En esta fase, tus tiempos y tus espacios son gestionados y establecidos por tu pareja, quién ahora tiene el control total de tu vida, limitando así tu capacidad de autodeterminación.

Falsas reconciliaciones:

"Después me pidió disculpas, me prometió que no lo volvería a hacer. Me dijo que estaba nervioso y que sin mí no puede vivir, que yo soy toda su vida. Me llenó de atenciones, fue dulce conmigo... incluso en la cama fue hermoso. Me hizo un regalo maravilloso para que lo perdone"; "me llamó, y llorando me prometió que buscaría ayuda por el bien de la familia".

En esta fase, que puede darse después de episodios más graves de violencia, el hombre pone en marcha estrategias para confundirte, para mantenerte dentro de esta espiral, haciéndote creer que está arrepentido de lo ocurrido, que los episodios de violencia sólo fueron fruto de "un arrebato", de un día estresante, de celos, que fueron una reacción a lo que habías hecho y que no volverán a repetirse en el futuro. La violencia nunca es continua porque la pareja violenta alterna momentos de falso arrepentimiento y aparente normalidad con momentos de agresión. La no continuidad de la violencia es una de las causas que pueden dificultar reconocerla y decidir salir de esa situación.

Chantaje con los hijos:

"Me dice que estoy loca, que no tengo trabajo, que si decidiera marcharme nunca dejarían que mis hijos vivieran conmigo"; "Amenaza con llevarse a los niños, que no los volveré a ver nunca más”

Si tienes o tienen hijos, a menudo pueden utilizarlos de forma instrumental para ejercer un mayor control sobre ti, por ejemplo, amenazándote con alejarte de ellos sí decides dejarlo.

No estás sola, no es tu culpa, de la violencia se puede salir: cada mujer tiene derecho a vivir libre de humillaciones, acoso o violencia.

Liberarse de la violencia, de las amenazas, de las persecuciones, de los chantajes, de las humillaciones, de las falsas promesas, de las excusas y  mentiras no es un camino fácil. Existen muchas razones que pueden hacer que una mujer se sienta obligada a vivir en una relación violenta: los hijos, el hogar, las críticas y la presión de los demás, el miedo a quedarse sola, el temor a una violencia aún más grave y despiadada, el miedo a perder a los hijos o a lo que les pueda pasar, todas ellas razones reales que hacen que se postergue cualquier iniciativa de pedir ayuda o alejarse.

Son muchas las mujeres que, en Italia y en el mundo, viven tu misma situación de violencia. Las historias de vida a menudo se parecen y a pesar de la variedad de contextos y dinámicas, están unidas por un sentimiento de impotencia ante la manipulación, a las imposiciones en cada aspecto de la vida y a las agresiones físicas, verbales y a menudo sexuales.
Sin embargo, también son muchas y cada vez más las mujeres que se rebelan y deciden valientemente romper la relación y volver a tomar las riendas de su vida. A veces lo logran solas, pagando el precio de un fuerte aislamiento social, a veces tienen una familia que las respalda y las ayuda también materialmente, pero muchas otras recurren a un Centro Antiviolencia, a la policía o a los servicios sociales.

Los Centros Antiviolencia tienen experiencia y competencia para tratar casos como el tuyo, con personal especializado que podra apoyarte en las decisiones que tomarás durante el proceso de salida de la violencia. Salir de la violencia se puede, con la ayuda de los Centros Antiviolencia es posible. El respeto de tus decisiones, de tu privacidad y de la de tus seres queridos constituyen la base del trabajo de los centros. Los Centros Antiviolencia pueden acompañarte en la construcción de una alternativa a la violencia, la posibilidad de elegir, de empezar a vivir de nuevo, liberándote de las cadenas de quien ha querido siempre decidir por ti.

Encuentra el Centro Antiviolencia más cercano llamando al 1522 o consultando el mapa de Centros Antiviolencia (https://www.1522.eu/mappatura-1522/).

En cualquier momento, si te sientes en peligro, tú o tus hijos pueden llamar al 112 y contar lo que les ha ocurrido, sin sentir vergüenza ni miedo.